jueves, 15 de julio de 2010





Umbral

Yo fui un pésimo estudiante de historia. Las clases de historia eran como visitas al Museo de Cera o a la Región de los Muertos. El pasado estaba quieto, hueco, mudo. Nos enseñaban el tiempo pasado para que nos resignáramos, conciencias vaciadas, al tiempo presente: no para hacer la historia, que ya estaba hecha, sino para aceptarla. La pobre historia había dejado de respirar: traicionada en los textos académicos, mentida en las aulas, dormida en los discursos de efemé- rides, la habían encarcelado en los museos y la habían sepultado, con ofrendas florales, bajo el bronce de las estatuas y el mármol de los monumentos.

Ojalá Memoria del fuego pueda ayudar a devolver a la historia el aliento, la libertad y la palabra. A lo largo de los siglos, América Latina no sólo ha sufrido el despojo del oro y de la plata, del salitre y del caucho, del cobre y del petróleo: también ha sufrido la usurpación de la memoria. Desde temprano ha sido condenada a la amnesia por quienes le han impedido ser. La historia oficial latinoamericana se reduce a un desfile militar de próceres con uniformes recién salidos de la tintorería. Yo no soy historiador. Soy un escritor que quisiera contribuir al rescate de la memoria secuestrada de toda América, pero sobre todo de América Latina, tierra despreciada y entrañable: quisiera conversar con ella, compartirle los secretos, preguntarle de qué diversos barros fue nacida, de qué actos de amor y violaciones viene.

Ignoro a qué género literario pertenece esta voz de voces. Memoria del fuego no es una antología, claro que no; pero no sé si es novela o ensayo o poesía épica o testimonio o crónica o... Averiguarlo no me quita el sueño. No creo en las fronteras que, según los aduaneros de la literatura, separan a los géneros.

Yo no quise escribir una obra objetiva. Ni quise ni podría. Nada tiene de neutral este relato de la historia. Incapaz de distancia, tomo partido: lo confieso y no me arrepiento. Sin embargo, cada fragmento de este vasto mosaico se apoya sobre una sólida base documental. Cuanto aquí cuento, ha ocurrido; aunque yo lo cuento a mi modo y manera.



Objetivo del Autor: Devolverle la vida a la historia

El autor quiere comunicar que la historia como se enseña esta muerta, y es por eso que él pretende darle un nuevo espíritu contribuyendo al rescate de la memoria histórica de América Latina.
La historia para él no es solo efemérides, grandes próceres y menos las costumbres traídas del viejo mundo, para el es mucho mas que eso; es vida.
Es por ello que el autor quiere cambiar la forma de concebir la historia, puesto que siempre se ha realzado la conquista española, por sobre los orígenes de América Latina.
Esto pretende lograrlo contando la historia de una manera distinta a través de su obra (Memoria del fuego), la cual tiene una base documentada que la respalda.

1 comentario:

  1. nos gusto mucho este texto porque el autor tiene como objetivo rescatar la historia de america latina, y contarla al mundo de una manera mas didactica ayudando a darle un nuevo espiritu.

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